7 Principios morales de los samurái


Gi Justicia. Siempre sé justo en tus acciones. Confía en tu propio juicio, no en el juicio de las demás personas. Para un samurái no existen tonalidades de gris al momento de evaluar el honor y la justicia, sólo existe lo blanco o lo negro, la verdad o la mentira. Cada persona honesta que tiene un alma pura, no debe temerle a la verdad.
 


Yu — Coraje. Álzate sobre la multitud. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vida. Un samurái debe tener espíritu heroico. Es muy arriesgado y peligroso pero sólo así se logra vivir una vida plena. El coraje heroico no es ciego, vuelve al samurái inteligente y fuerte. Reemplaza tu miedo por el respeto y la precaución.
 


Jin — Benevolencia. Compasión y lástima. Un entrenamiento intenso vuelve a un samurái rápido y fuerte. Desarrolla un poder que debe utilizar en bien de todos. Si el destino no le muestra tal oportunidad, un samurái la encuentra por su cuenta.

 



Rei — Respeto, Cortesía
. Un samurái no debe ser cruel y no necesita demostrar su fuerza. Incluso con su peor enemigo debe ser respetuoso. Sin esta cualidad nosotros no somos mejores que los animales. La auténtica fuerza interior se manifiesta en los conflictos.

 



Makoto — Honestidad, Sinceridad absoluta.
Si un samurái se compromete con hacer algo, lo tiene que realizar. Nada en este mundo podrá detenerlo. No debe dar su palabra, no debe prometer nada. El simple hecho de hablar garantiza que el acto se llevará a cabo. Hablar y hacer son lo mismo. Curiosamente, el jeroglífico consta de “hablar“ (言) y ”convertirse" (成), en otras palabras, “dicho y hecho”.

 

名誉


Meiyo — Honor. Para un samurái sólo existe un juez que puede juzgar su honor: es él mismo. Las decisiones que toma y lleva a cabo, reflejan quién es en realidad. No puede ocultarse de sí mismo.

 

忠義


Chuugi — Lealtad. Un samurái responde por sus acciones, asumiendo voluntariamente la responsabilidad por sus hechos. Es absolutamente leal a su superior y es un ejemplo a seguir para sus subordinados. La palabra del hombre son sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya. Ten cuidado a dónde vas con tus palabras.


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